El documental “El imperio de los colores” realizado por Hugo Curletto y Marcos Altamirano resalta los aspectos positivos del fenómeno de la migración como una estrategia de vida, como un derecho esencial e inalienable que contribuye a la inclusión social y el respeto por la diversidad cultural.
El documental recorre pequeñas historias de inmigrantes bolivianos en Río Cuarto e instala la idea de que toda migración arrastra a la construcción de una nueva realidad y se detiene en Fidel Mamanillo Cruz que con su bicicleta deambula por la ciudad en busca de protección social. El pequeño Fidel, de tan solo 13 años, es un apasionado del fútbol. Admira a Lionel Messi y despunta el vicio jugando en la escuela de fútbol del Club Sportivo y Biblioteca Atenas.
Un importante pasaje del material audiovisual muestra como los residentes bolivianos que habitan en Río Cuarto encuentran en el fútbol un lugar que los une y les permite revivir sus costumbres. Todos los domingos, en el área oeste de la ciudad denominada “Las Quintas El Bañado”, en el Campeonato de Residentes Bolivianos encuentran lo que muchas veces la realidad le reprime.
El fútbol no sólo les permite encontrar un momento de esparcimiento y desarrollar la practica deportiva que los apasiona. Es a través de este deporte donde pueden revalorizar las tradiciones del altiplano y darlas a conocer al resto de la sociedad. El fútbol les posibilita desarrollarse, social y culturalmente, en una tierra que muchas veces consideran ajena.
Bolivia es un país en donde se respira fútbol. A pesar de no ser una potencia en la disciplina es el deporte más popular del altiplano.
Una demostración de lo que genera el fútbol en Bolivia es la pasión de Evo Morales. A través del fútbol comenzó su carrera sindical hasta terminar como presidente de la República. El líder del MAS (Movimiento al Socialismo) en su afán de utilizar el fútbol como medio de integración realizó diversos partidos de exhibición en diferentes lugares de Bolivia junto a ex futbolistas que disputaron el campeonato mundial de Estados Unidos 1994. Además, el mandatario, profeso hincha del Bolívar, se dio el gusto de compartir cancha con Diego Maradona y Ariel Ortega.
“El fútbol es la mejor manera de lograr integración y más en un país pobre como Bolivia”, repite constantemente Morales.
Por eso, es común observar en lugares recónditos del país boliviano cientos de potreros donde el fútbol se convierte en el principal protagonista.
Y a esa pasión los inmigrantes bolivianos la trasladan a los lugares donde el destino los deposita. Y Río Cuarto no es la excepción.
Desde hace muchos años se realiza el Campeonato de Residentes Bolivianos. Se disputan dos torneos por año (Apertura y Clausura) y juegan todos contra todos a dieciocho fechas. Clasifican los primeros ocho equipos y se define mediante la instancia de play offs. Son equipos de siete jugadores y se aceptan en el plantel dos extranjeros pero en cancha sólo puede jugar uno. La jornada futbolística se desarrolla desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde y se disputan un total de nueve partidos por día. El lugar donde se disputa el campeonato fue mutando en varias oportunidades y en la actualidad lo realizan en un predio de propiedad privada en el barrio “Las Quintas El Bañado”.
Tras seis días de puro trabajo, en disciplinas que provocan un importante desgaste, el domingo cientos de bolivianos, de diversas provincias del altiplano y diferentes estratos económicos, se reúnen en un campo de juego para disfrutar de la pasión que los une: el fútbol.
No sólo hombres jugando con la pelota se puede apreciar en el campeonato. El domingo es día de descanso y es considerado un ritual familiar. Por eso, mujeres y niños tampoco faltan a la cita dominguera y cada uno le aporta su impronta.
Los niños con camisetas de fútbol colorean la jornada deportiva mientras las niñas ayudan a sus madres a confeccionar el otro rito indispensable del día: la comida típica. El cheiro (el “puchero boliviano” que se produce con carne y todo tipo verduras) y el picante de pollo son los dos platos más solicitados. También se puede conseguir habas y arvejas secas, chuño de papa, maíz diente cebolla y refresco de pelón de durazno en los stands de venta que se montan en el predio.
Los partidos son dirigidos por árbitros de nacionalidad argentina quienes frecuentan permanentemente a este tipo de campeonatos de fútbol libre. Daniel Plana es uno de esos árbitros a quien, muchas veces, el calendario futbolístico posiciona en el barrio “Las Quintas El Bañado” para dirigir algunos de los nueve partidos con los que cuenta cada domingo. “Entre los bolivianos y los argentinos existe una diferencia en el juego, los argentinos tienen otro estilo. Pero la principal diferencia es el respeto. La mayoría de los bolivianos son respetuosos, muy pocas veces recibimos maltrato o insultos por parte de ellos”, expresa Plana al definir las cualidades del torneo que reúne a inmigrantes bolivianos pero que cuenta con presencia argentina.
Muchos inmigrantes bolivianos saben que para revalorizar la comunidad es necesario estar unidos y hallan en la jornada deportiva ese camino.
“Queremos que nos conozcan, que sepan cómo somos, qué hacemos y cuáles son nuestras costumbres típicas. Con el fútbol encontramos ese momento porque podemos mostrar en un mismo lugar, todos los domingos, nuestras tradiciones. Ahora, es momento de organizarnos como colectividad para poder mostrarnos a la sociedad. Sabemos que lo vamos a lograr porque es el objetivo que nos hemos trazado varios paisanos bolivianos que encontramos en Argentina nuestro hogar”, anhela con entusiasmo, y augurando el porvenir, el boliviano Simón Mollo Quispe, oriundo de La Paz y que participa en el campeonato.
Es por ello que, retomando a Eduardo Galeano, jugando al fútbol a sol y sombra los bolivianos buscan ese lugar de encuentro para reivindicar su cultura en el país que los cobijó.
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