Streetfootballworld, una organización mundial surgida en Alemania que busca a través del fútbol callejero fomentar la integración social de los jóvenes, sostiene que: “la pasión universal que despierta el fútbol lo convierte en una poderosa herramienta para lograr el cambio positivo. El fútbol puede utilizarse para involucrar, enseñar, fomentar la convivencia pacífica, promover el entendimiento y exponer a los jóvenes a sectores de la sociedad a los que normalmente no accederían, lo que favorece el mutuo entendimiento y la comunicación”.
Sin conocer Alemania y sin saber qué es Streerfootballworld, en Río Cuarto, una mujer, que entiende a la integración social como un elemento esencial para alejar a los grupos minoritarios de los márgenes de la sociedad y acercarlos al corazón de la misma, comenzó a utilizar al fútbol como método de integración.
Su nombre es Sonia Trinidad López y desde hace cinco años está cargo de la copita de leche “Volver a vivir”, ubicada en Olegario Andrada 1515, pleno corazón del barrio Alberdi.
En ese sector vulnerable de la ciudad de Río Cuarto - de las 750 ONG’s que existen en Río Cuarto, 97 se emplazan en barrio Alberdi -, los días de semana daban la leche pero no lo hacían el fin de semana. Había chicos que no podían acceder a ese tipo de alimentación los sábados y domingos. Cinco madres, con solidaridad y armonía, decidieron hacerlo y comenzaron a suministrar su propia leche para alimentar a los niños. El lugar elegido fue la casa de “Trini”, como la llaman cariñosamente niños y adultos. “La intención de poner mi casa era para que los chicos compartieran ese momento todos juntos. Además de comer también se realizaban todo tipo de juegos”, sostiene López.
La primera semana contaron con quince chicos y en la siguiente ya fueron veinticinco. Con el correr de los días la copita se fue consolidando y se transformó en un bastión importante para lograr eso que buscaban las mujeres del barrio Alberdi: la integración social entre los chicos del sector.
El nombre de la copita de leche surgió de la inspiración de un niño llamado Kevin. El joven, el mayor de cuatro hermanos, les dijo a las coordinadoras, en un trabajo que estas dispusieron para encontrarle un nombre a la copita, que para él y sus hermanos, poder tomar la leche todos los días es como volver a vivir.
Pero la idiosincrasia de Sonia, madre de cinco hijos y futbolera, por raíces familiares, desde la cuna, hizo que la copita “Volver a vivir” y el fútbol vayan de la mano.
Al no poder realizar tareas conjuntas entre niños y niñas, las madres decidieron dividirse roles para lograr una mejor organización. Sonia se hizo cargo de los varones y comenzó a enseñarles fútbol. Llegó a contar con treinta chicos en sus clases.
Con la ayuda de los chicos montó una canchita en un terreno baldío que está a la vuelta de su casa. En ese lugar junto a los niños consumía sus horas. Eso posibilitó que los pequeños se ganaran su confianza. Además de enseñarles a jugar al deporte que más los apasiona se convirtió en un importante nexo entre los chicos y sus padres. Cuando recibía alguna advertencia por parte de los padres que se preocupaban por sus hijos (ya sean conductas inapropiadas y falta de estudio) ella decidía no incluir a los chicos en la práctica de fútbol.
Para generar un vínculo social más amplio, Sonia comenzó a invitar a chicos de otros barrios para que vayan a jugar a su canchita. Con el objetivo de que los niños compartan una tarde a puro fútbol empezaron a realizar torneos en los que competían chicos de diferentes sectores de la ciudad. Llegaron a participar diez equipos y después de los partidos todos juntos compartían la merienda.
La actitud de algunos padres, que según Sonia “en vez de ir a disfrutar una jornada con sus hijos reflejaban su mala conducta desde afuera de la cancha”, provocó que los torneos se dejen de realizar. Este y otros factores – como la gran demanda diaria de la copita de leche – llevaron a que los chicos se queden sin poder jugar.
Además de coordinar la copita de leche, Sonia también es la encargada de dirigir a los equipos de fútbol femenino que representan a “Volver a vivir”. Después de la insistencia de su sobrina Malvina decidió dirigir técnicamente al equipo además de formar parte del plantel.
En el equipo “A” - en donde juegan las más veteranas - ella es la delantera. Dirige a sus compañeras adentro de la cancha y, con su casaca aurinegra con el número diez en la espalda, se roba todas las miradas por su gran despliegue técnico y por su excelente capacidad goleadora.
“Nos maneja con la mirada. Nos mira y ya nos damos cuenta de lo que quiere que hagamos. La conocemos demasiado y muchas veces entra nerviosa pensando más en dirigir que jugar al fútbol”, cuenta Malvina quien anteriormente jugó en el equipo 112.
Al equipo “B” - llamado cariñosamente las “bebes” porque juegan las chicas más jóvenes - lo dirige desde el banco.
El torneo que se disputa a las orillas del río cuarto, a doscientos metros del puente Juan Filloy, se realiza todos los domingos. Es una competencia que es organizada por los diecisiete equipos que la conforman y se desarrolla todos los fines de semana. Malvina sostiene que antes iban a divertirse pero últimamente se ha vuelto más competitivo y lo más importante para todos los equipos es ganar. Y Sonia lo explica desde lo numérico: “sabes lo bien que vienen los quince pollos que recibe el ganador del torneo”.
Florencia, que integra el equipo “B”, sostiene que “más allá de ir a jugar porque le gusta encuentra un lugar de contención y considera que son como una familia unida”.
Para el encargado de organizar el evento el fin de semana, el torneo se convierte en un buen método para recaudar. Porque además de recibir el dinero de la inscripción (cien pesos por equipo) se hacen cargo de la administración de la cantina. Las chicas de “Volver a vivir” aprovechan esa instancia para recaudar para la copita de leche porque como dicen ellas: la están representando en una cancha de fútbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario