jueves, 26 de julio de 2012

Los riocuartenses olímpicos – Parte I


Argentina es olímpica desde sus raíces. Cuando el 23 de junio de 1894 el barón Pierre de Coubertin, impulsado por los nobles valores deportivos de los griegos del siglo VIII antes de Cristo,  decidió fundar los Juegos Olímpicos modernos incluyó en la selecta lista de fundadores, sin que él lo sepa, al entrerriano José Benjamín Zubiaur, quien con el tiempo se transformaría en el primer expulsado por el Comité Olímpico Internacional (COI) por faltar a las reuniones.
Fue el inicio de una historia que ya lleva 116 años y que en su extenso recorrido diversos sucesos estimularon para que la impronta olímpica esté impregnada en el imaginario deportivo argentino.  Porque más allá de que muchas veces el éxito olímpico se traduce en la posición del medallero, en donde Argentina demuestra su carácter tercermundista con apenas 66 medallas en el historial, los Juegos Olímpicos se transforman en la celebración más impactante del planeta en donde son los atletas los actores protagónicos. Y a lo largo de la historia son varios los deportistas argentinos que brillaron en ese espléndido rodaje.
Pero también los Juegos Olímpicos miden más el orgullo nacional de los países que las hazañas de los deportistas. “La vena nacionalista y reaccionaria se observa cuando la gente mira el medallero para medir su orgullo y su poder con otras naciones. Es la vieja y pobre historia de los Juegos. Esta mirada atravesada ha llenado de conflictos el mundo. La victoria del esfuerzo y el talento. Ése debería ser el latido de los Juegos Olímpicos: la gloria del deportista, no la intolerante pulsión nacionalista”, dice el notable periodista español Santiago Segurola.
Con el pasar de los años los anhelos de Coubertin se fueron desvaneciendo y los Juegos Olímpicos se transformaron en uno de los acontecimientos sociales y económicos más importantes de nuestro tiempo. Principalmente por su carácter netamente comercial. Pero sin dejar de lado su aspecto estratégico y dominador los dueños del poder político y económico los han utilizado de acuerdo a su conveniencia.
En esta historia que va más allá de lo deportivo aparecen deportistas de la ciudad de Río Cuarto que dijeron presente en los Juegos Olímpicos. En contextos diferentes y con participaciones disímiles ocho riocuartenses participaron de la mayor celebración deportiva del planeta. Su presencia los inmortalizó como los riocuartenses olímpicos. Y su historia deportiva es necesaria contarla porque perdurará por siempre.
A pesar de los intentos de boicot, el 1 de agosto de 1936 se inauguraron los Juegos Olímpicos Berlín 1936. Triunfó la idea de Adolf Hitler y el nazismo intento aprovechar los Juegos Olímpicos para enviar el mensaje de una Alemania arrolladora y en donde se adscribía la supremacía aria. Fueron el ministro de Propaganda Joseph Goebbels y la cineasta Reni Riefenstahl los encargados de demostrarle al mundo la superioridad alemana.
“El mundo se había debatido en los meses anteriores sobre la conveniencia de participar en un acontecimiento destinado a proyectar la imagen marcial de la tiranía nazi. Pero las grandes potencias occidentales prefirieron mirar hacia otro lado. En muchos casos, dirigentes deportivos, empresarios, periodistas y políticos vieron con simpatía los planes de Hitler”, escribió Santiago Segurola.
Pero en los Juegos Olímpicos de 1936 el que cautivó al planeta fue el atleta negro Jesse Owens. Séptimo hijo de una familia de recolectores de algodón en Alabama, Estados Unidos, Owens conquistó Berlín al conseguir cuatro medallas doradas a pesar del desprecio que recibió por parte de la afición nazi encabezada por el propio Hitler.
Con el tiempo su real aventura se trasformó en un mito, pero su brillante actuación quedó inmortalizada y es un ejemplo de cómo el deporte puede derribar la miseria que algunos intentan proclamar.
Berlín 1936 fue la cuarta actuación olímpica oficial organizada por el Comité Olímpico Argentino (COA). La delegación presentó 51 deportistas entre los que se encontraban dos riocuartenses: el polista Manuel Andrada y el boxeador Raúl Rodríguez.
El equipo olímpico obtuvo dos medallas de oro, dos de plata y tres de bronce y siete puestos premiados. En el medallero general ocupó la decimosexta posición sobre cuarenta y nueve participantes. Entre los ganadores se ubicó Manuel Andrada.
En lo que fue el último partido de polo en los Juegos Olímpicos, Andrada se consagró ganador de la medalla de oro junto a Andrés Gazzotti, Roberto Cavanagh y Luis Duggan. El 8 de agosto, Argentina venció 11 a 0 a Gran Bretaña en la final.
El legado que dejó Andrada en el polo argentino persiste hasta en la actualidad porque una de las copas que organiza la Asociación de Polo se denomina Manuel Andrada en su memoria.
Por su parte, Raúl “Mota” Rodríguez integró el equipo de boxeo que tuvo una gran actuación al conseguir una medalla de oro, una de plata y dos bronce.  El riocuartense, quien en 1940 se consagraría campeón argentino, concluyó quinto en la categoría mediano y tercero en el medallero general de boxeo junto a la delegación de boxeadores que participaron en Berlín 1936. En su participación olímpica venció por puntos al checo Raidl y al neozelandés Arbunthnell. Fue eliminado por el danés Pettersen. 

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