miércoles, 21 de diciembre de 2011

Desplazar a Roca

Cuenta el periodista Ezequiel Fernández Moores, en su imprescindible libro “Breve historia del deporte argentino”, que Julio Argentino Roca fue, en 1904, el primer jefe de Estado en una cancha, cuando Southampton le ganó 3-0 a Alumni. Ese 24 de junio asistieron 8.500 personas al campo de juego que la Sociedad Sportiva tenía en Palermo. Además, continúa Fernández Moores, en 1912, bajó a un vestuario para pedir, sin éxito, que los jugadores argentinos aflojaran en un amistoso ante Brasil.
Julio Argentino Roca es el nombre de la Plaza Central de Río Cuarto y se transforma en una figura que si bien es aceptada por una importante porción de la ciudad, genera un fuerte rechazo por parte de diversas organizaciones sociales que se manifiestan en contra. Es aquí en donde entra en juego uno de los factores fundamentales que encierra este espacio público que homenajea al militar y político argentino que encabezó la Campaña del Desierto: su valor simbólico.
Los integrantes de la revista Destiempos Modernos, junto a un importante número de organizaciones sociales, cuestionan que la plaza riocuartense lleve su nombre y han comenzado a realizar un trabajo de concientización colectiva para que sea la ciudadanía quien determine cómo se debe llamar el espacio público más importante de la ciudad.
Los estudiantes universitarios apuntan a una resimbolización. Consideran que los símbolos (nombres, estatuas, monolitos, calles, etc.) no se agotan en su simple enunciación. Sostienen que, por el contrario, generan sentidos y afectan a nuestros modos de vida de maneras concretas, aunque en ocasiones sean imperceptibles.
En 1883, en el día del cumpleaños de Julio Argentino Roca, un grupo de amigos decidieron cambiar el nombre de Plaza de la Concepción por el de Plaza Roca en homenaje  al entonces Presidente de la Nación. Lo que queda claro es que un grupo minoritario decidió cual debería ser el nombre del principal sitio público de Río Cuarto. Por eso, además de reflexionar sobre la figura de Julio Argentino Roca, el objetivo de los integrantes de Destiempos Modernos es que sea el pueblo riocuartense el que determine que nombre debe llevar la Plaza Central. Hecho que se diferencia de lo que sucedió hace más de un siglo atrás. “Desde hace 129 años la plaza principal de Río Cuarto lleva un nombre que no fue elegido democráticamente y que, al contrario de lo que intentamos nosotros, fue impuesto sin consultar a la sociedad riocuartense”, sostiene Juan José Tomassini, uno de los integrantes de Destiempos Modernos.
A lo largo de la historia versiones cruzadas se han enfrentado entre sí sobre el accionar de Julio Argentino Roca en la Campaña del Desierto. Son muchos los historiadores que considerar como un genocidio lo efectuado por Roca es una falta de conocimiento de la historia oficial argentina.
Son los casos del historiador riocuartense Carlos Mayol Laferrere y del ex Director del Museo Histórico Nacional, Juan José Cresto. Mayol Laferrere escribió en diario Puntal que tildar de genocida a Roca es una aberración de quienes no conocen la historia argentina del siglo XIX (NdR: El 12 de mayo de 1978 Carlos Mayol Laferrere recibió el diploma que lo acreditó como miembro correspondiente por Río Cuarto de la Junta Provincial de Historia. En tal oportunidad Mayol Laferrere pronunció un discurso en el que recalcó el papel preponderante de Río Cuarto y los riocuartenses en todo el desarrollo del proceso de la Campaña del Desierto).
Por su parte, Cresto en su artículo ¿Qué Genocidio? sostiene que “una historiografía carente de toda documentación sostiene que la expedición de Roca contra los indios fue un genocidio. Ello revela supina ignorancia u oculta intereses de reivindicaciones territoriales”. Y manifestando claramente sus inclinaciones ideológicas considera que “lo que se hizo fue terminar con el oprobio generado por los malones indígenas ante pueblos indefensos”. Según el historiador, que recibió un fuerte repudio por ser Director de Museo Histórico Nacional, luego de la Campaña del Desierto a la Argentina se la empezó a llamar "la canasta de pan del mundo". 
En ningún momento, Carlos Mayol Laferrere y Juan José Cresto hablan en sus estudios históricos sobre las atrocidades del ejercito comandado por Julio Argentino Roca sobre los aborígenes que habitaban en las extensas hectáreas de suelo argentino. Fueron otros intelectuales, levantando la bandera de la dignidad y la verdad, los que se han encargado de contar la verdadera historia. Esa que desde hace más de un siglo sectores con fuertes intereses la han ocultado a través de los versos de la historia oficial.
“Roca fue responsable del genocidio. Tuvo posibilidades de otro tipo de política. Hubo campañas militares anteriores, pero la de Roca fue la más sistemática y que tuvo un objetivo más declaradamente genocida. Hay declaraciones de Roca sobre destruir hasta el último indígena”, cuenta la antropóloga Diana Lenton.
Y para despejar todo tipo de dudas Lenton aclara que “se considera a un hecho como genocidio cuando se puede establecer la intencionalidad de destruir a un pueblo. Y afirma que en la Campaña del Desierto hubo matanza de población civil”.
El historiador Osvaldo Bayer es uno de los principales referentes que encabeza, desde hace mucho tiempo, la campaña de “desmonumentalización” de la figura de Julio Argentino Roca. Los argentinos jamás hicieron congresos de historiadores para hacer una autocrítica de los crímenes oficiales que se cometieron contra los pueblos que durante siglos habitaron estas generosas tierras. Al contrario, glorificaron con los nombres de los asesinos oficiales lugares públicos”, escribió Bayer en su artículo titulado “Desmonumentar”.
El guionista de la película Awka Liwen  afirma que “con Roca comenzará el dominio del latifundio, luego de que después del exterminio de los pueblos del sur se repartan 41 millones de hectáreas a 1843 terratenientes”. Y añade: “Al presidente de la Sociedad Rural –sí, la misma que sigue hoy representando a los estancieros– se le entregó nada menos que 2.500.000 hectáreas. ¿Y quién era él? José María Martínez de Hoz, el bisabuelo directo del Martínez de Hoz que fue ministro de Economía de la última dictadura militar, la de la desaparición de personas”.
Con Julio Argentino Roca como uno de los principales protagonistas se comienza a gestar el Estado Argentino. Es durante ese período que comienzan a tomar cuerpo la institucionalización en diversas esferas sociales. Y la actividad deportiva no queda al margen. Justamente Roca es quien encabeza este proyecto de institucionalidad deportiva.
En 1899, Roca fundó la Sociedad Hípica Argentina, que tuvo proyección internacional por haber organizado e intervenido en distintas competencias ecuestres. En 1908, la Sociedad Hípica Argentina se transforma en la Sociedad Sportiva Argentina, la institución antecesora del Comité Olímpico Argentino. El impulsor fue el barón italiano Antonio De Marchi, yerno del general Julio Argentino Roca. Todo quedaba en familia.
La Sociedad Sportiva Argentina organizó en 1910 de los Juegos del Centenario. En ese momento los obreros amagaban con arruinar la fiesta con sus reclamos por una vida más digna.
En ese momento, Buenos Aires llevaba un año al borde del estallido. Doscientos dos mil trabajadores habían paralizado la ciudad en repudio a la matanza de una decena de obreros extranjeros en el acto del Día del Trabajador.  El gobierno conservador porteño, abalado por la Ley de Residencia, sancionada en 1902 por el mismísimo Julio Argentino Roca, decidió expulsar del país a anarquistas y socialistas extranjeros. El barón De Marchi, demostrando que no sólo tenía intereses deportivos,  también formó parte de los ataques, que junto a jóvenes de clase alta que integraban la Sociedad Sportiva Argentina, realizaron ante los extranjeros que conformaban la clase obrera. Según Fernández Moores aún hoy se describe como un éxito a aquellos Juegos del Centenario organizados por el yerno de Julio Argentino Roca y que contó con la visita de la infanta Isabel de Borbón dejando en claro que en el país no existía ningún aspecto de emancipación.
Cuestionando la polémica figura de Julio Argentino Roca y buscando que Río Cuarto deje de honrar a un genocida, desde Destiempos Modernos intentan colectivamente producir el cambio. Porque como sostiene Marcelo Valko en su libro “Pedagogía de la Desmemoria. Crónicas y estrategias del genocidio invisible” en el curso de la historia se justificó lo injustificable que ha quedado siempre oculto por más de un siglo y hoy recién comienza a debatirse. Por eso, lo más importante de este grupo de jóvenes es su impulso por cambiar lo institucionalizado en una sociedad conservadora y generar un debate que empieza a tener notoriedad pública.

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