martes, 7 de febrero de 2012

El Narcofútbol – Parte I

“El narcotráfico es un negocio ilegal y la única forma de legalizar ese dinero es lavándolo. Es ahí en donde el fútbol aparece como una gran opción porque mueve millones de dólares y es difícil de controlar”, cuenta Jaime Gaviria en el excelente documental “Los dos Escobar” realizado por los hermanos Michael y Jeff Zimbalist. Jaime Gaviria es primo de Pablo Escobar Gaviria, el creador del Cartel de Medellín y uno de los mayores narcotraficantes que existió en Colombia, y junto a otros entrevistados cuenta, en el trabajo audiovisual producido en 2010 por ESPN, cómo el narcotráfico se sumergió en el fútbol colombiano para utilizar al deporte rey estratégicamente en sus negocios ilegales.
Situación que en Colombia volvió a salir a la luz tras la operación Cuenca del Pacífico, ejecutada a mediados de 2011, que desnudó los negocios que el nuevo gran capo del narcotráfico colombiano, Julio Alberto Lozano Pirateque, realizaba con Independiente Santa Fe de Bogotá.  
Fue Hernán Botero Moreno, propietario de Atlético Nacional de Medellín en las décadas del setenta y ochenta, el que comenzó a introducir los negocios ilegales en el fútbol colombiano (NdR: En 1984, Botero Moreno, en pleno ejercicio de su presidencia en Atlético Nacional, se transformó en el primer extraditado por narcotráfico en la historia de Colombia. En esa oportunidad, en un polémico acto de protesta y repudio por esta decisión del gobierno colombiano, la División Mayor del Fútbol Profesional Colombiano (Dimayor) ordenó suspender la fecha).
Pero la irrupción masiva del narcotráfico en el fútbol profesional se empezó a gestar en los inicios de los ochenta con el dinero que aportaban los “nuevos ricos” que producía el tráfico de cocaína. “El narcotráfico toca todo, es un pulpo y el fútbol no es una isla”, dijo Francisco Maturana. En Colombia nacía el “narcofútbol”.
Estos “nuevos ricos” empezaron a ser vistos con complacencia por las clases subalternas que encontraban con ellos la salida a la crisis que azotaba al país. Es el caso de Escobar Gaviria quien con el dinero que obtenía de sus negocios ilegales comenzó a crear canchas de fútbol en barrios populares de Medellín. Construyó  canchas con iluminación en donde se comenzaron a  realizar campeonatos. De esos campos de juego surgieron futbolistas como Alexis García, Mauricio Serna, Leonel Álvarez, René Higuita y Luis “Chonto” Herrera. Pero también esas canchitas fueron útiles para formar una gran red de sicarios, informantes y adictos.
Sin embargo, la tradicional elite colombiana no los recibía con agrado en su círculo social porque provenían de clases humildes.  Así que necesitaron un medio de unirse e integrarse a la elite y la solución para esto fue el fútbol profesional.
La finalización de la década del setenta 70 encontró a los equipos grandes de Colombia sumergidos en una importante crisis económica y, en medio de la búsqueda de fondos, aparecieron los “narcos” que se convirtieron en los  redentores económicos del fútbol cafetero.
El 4 de enero de 1980, luego de quedar desestabilizado económicamente tras el campeonato de 1979 con título incluido, los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela pasaron a ser los accionistas mayoritarios y, prácticamente, los dueños del América de Cali.
“América de Cali era el juguete de mi padre y de mi tío”, cuenta en el documental Fernando Rodríguez Mondragón, hijo de Gilberto Rodríguez Orejuela. Además de transformarlo en uno de los equipos más poderosos de Colombia llevándolo a ganar cinco campeonatos locales de manera consecutiva y presencia internacional al disputar tres finales de Copa Libertadores, los Rodríguez Orejuela comenzaron a utilizarlo en el negocio del lavado de activos.
En un gran informe, el sitio colombiano Fútbolred cuenta que las transacciones con los equipos extranjeros de donde provenían los refuerzos se hacían en dólares pero en los bancos se registraban en pesos y, además, los contratos con estos jugadores extranjeros eran falsos porque al tener que establecerse en pesos se firmaban por una cantidad menor a la que el futbolista en realidad recibía. El mejor ejemplo de esto, cuenta Fútbolred es el contrato de Julio César Falcioni, arquero del América múltiple campeón, que aparecía por 85.000 pesos cuando en realidad se le pagaban dos millones.
En ese mismo período un lugarteniente de Pablo Escobar, que se había formado en la delincuencia al contrabandear esmeraldas y asesinar rivales y que tenía un especial gusto por la cultura mexicana y el fútbol, entraba a dominar la tercera parte de las acciones del club de sus amores: Millonarios de Bogotá. Se trataba de Gonzalo Rodríguez Gacha: "El Mexicano". Bajo su órbita los “azules” ganaron los campeonatos de 1987 y 1988. Desde entonces Millonarios arrastra 23 años sin conseguir un título.
A finales de los ochenta irrumpió en la escena del fútbol colombiano Pablo Escobar y su Atlético Nacional de Medellín. Fue en 1989, mismo año en el que fue asesinado el árbitro asistente Álvaro Ortega por los esbirros de Escobar que llevó a la suspensión del campeonato local, cuando Atlético Nacional logró lo que un conjunto de Colombia no había conseguido en toda su historia: ser campeón de la Copa Libertadores. Albeiro Usuriaga, René Higuita, Leonel Álvarez y Luis Herrera era algunos de los grandes jugadores que formaban parte del elenco que dirigía Francisco Maturana. Pero el símbolo de ese equipo era Andrés Escobar.
El “caballero del fútbol” como lo llamaban al defensor se convirtió en un ícono de del fútbol “cafetero” y fue el capitán de la mejor selección colombiana de la historia que dirigió el propio Maturana en los primeros años de la década del noventa. En un país que era dominado por la violencia, el fútbol comenzó a transformarse en la esperanza de la gente y la selección colombiana dirigida por Maturana se convirtió en orgullo nacional.
Tras un período exitoso que incluyó la clasificación al Mundial de 1994 con una goleada histórica por 5 a 0 frente Argentina en el Monumental, el ciclo concluyó tras el fracaso en el campeonato de Estados Unidos en donde regresó rápido a casa tras su pronta eliminación en medio de amenazas de apostadores y narcos que jugaron mucho dinero a favor de Colombia. La venganza tuvo un destinatario: Andrés Escobar.
Autor de un gol en contra ante Estados Unidos que significó la eliminación de su selección, Escobar fue el blanco de los narcos que lo asesinaron con seis disparos por la espalda a la salida de un boliche bailable de Medellín. La justicia colombiana condenó a un empleado de los hermanos Pedro y Santiago Gallón Henao, autores intelectuales del asesinato y jefes de los PEPEs (Perseguidos por Pablo Escobar) quienes meses antes habían abatido a Pablo Escobar Gaviria.
“Andrés confiaba en el que fútbol sirviese para evitar tanta violencia y se convirtiera en una escuela en donde convivieran diversos valores”, dice el periodista César Velázquez, amigo del jugador asesinado. “Muchos sostiene que a Andrés lo mató el fútbol, pero en realidad es alguien del fútbol a quien lo mató la sociedad”, finaliza Francisco Maturana, un protagonista directo que atravesó la vida de “Los dos Escobar”.

No hay comentarios: