“Poca es la diferencia que existe en la exacerbación colectiva causada por el torrente de dinero puesto en juego hoy en el fútbol - amén de sus implicancias múltiples en las esferas políticas, comerciales, industriales, estatales -, con la que pudo verse en la vasta red de la delincuencia alentada por los monopolios de bebidas alcohólicas en los años de la ley seca norteamericana, por el tráfico de estupefacientes o por las muchas fuentes de incursión en el delito propiciado por las ambiciones de rápidas y fáciles fortunas. No es grande la diferencia, aún cuando los matices resulten disímiles”. La reflexión descrita por el notable periodista Dante Panzeri fue escrita en 1974, en su formidable libro “Burguesía y gangsterismo en el deporte”, y permite comprender que desde hace tiempo el fútbol está sucio. Por eso, la incursión de los manejos espurios del narcotráfico en el fútbol (ver Narcofútbol Parte I) no sorprende al analizar el legado que nos dejó Panzeri, y es por una simple razón: en el fútbol industrializado de hoy reinan los negocios y la corrupción.
El fútbol mejicano se presenta en la actualidad como un claro ejemplo de lo manifestado. Con un nivel futbolístico mediocre, Méjico se ha convertido en líder en la comercialización de los equipos y sus marcas, muy por encima de Brasil y Argentina, sus competidores en la región. Según el sitio web El Financiero gracias a la participación de las cadenas de televisión y las empresas patrocinadoras los equipos mejicanos han logrado generar un negocio redituable. Pero ser el campeón de un mercado que mueve millones de dólares lo han convertido en uno de los principales damnificados de un flagelo que desde hace unos años crece a pasos agigantados en el país del norte: el narcotráfico.
En un informe para Página 12, el periodista Eduardo Febbro, desde Ciudad de Méjico, ofreció las cifras escalofriantes que arrojó la “narcolucha” a lo largo del 2011. Un promedio de 48 ejecutados por día y un total de 12.903 muertos revelan la amplitud permanente de la narcoviolencia. Y para generar más escalofrío aún, Febbro informó que desde 2006, año en el que el presidente Felipe Calderón lanzó la ofensiva contra los cárteles de la droga, las estadísticas oficiales se traducen en 27 personas muertas por día, 819 cada mes, 9830 por año para un total de 47.515 homicidios. Aunque los cálculos extraoficiales evocan más de 55 mil muertos en los seis años de mandato de Calderón.
Existen 30 organizaciones criminales de peso y se calcula que hay más de 130 células de delincuentes estructurados en el territorio mejicano. En este contexto, al igual que en Colombia, el fútbol no queda al margen del crimen organizado que encabezan los líderes narcos de los cárteles del país azteca.
“El balompié mejicano, que a través de los años ha privilegiado el negocio por encima del deporte, los manejos turbios por encima de la transparencia, se contamina con dinero sucio del crimen organizado”, escribió el periodista Raúl Ochoa en el semanario Proceso. Según Alberto de la Torre, ex presidente de la Federación Mejicana de Futbol (FEMEXFUT), el narcofútbol en Méjico data desde de los primeros años de la década del 2000.
Las investigaciones presumen que los cárteles del Golfo, Sinaloa, Juárez y Tijuana, han utilizado a equipos de futbol, desde amateur hasta profesional, en algunas de sus operaciones de lavado de dinero. Las nuevas generaciones del narcotráfico han visto en el futbol un negocio de largo plazo con diversas aristas, como sobornos, extorsiones, reventa de boletos, compra de jugadores y manejo de apuestas. Informes de la DEA (Dirección Estadounidense Antidrogas) manifiestan que las organizaciones incrementaron entre 2004 y 2009 su intervención en equipos mejicanos.
Cuenta Raúl Ochoa que todo comenzó el 26 de octubre de 2002 cuando el narcotraficante, de origen colombiano, Jorge Mario Ríos Laverde, El Negro, fue detenido cuando conducía una camioneta de la Promotora Internacional Fut Soccer, propiedad del controvertido promotor Guillermo Lara Guadarrama, actual encargado de la realización de los partidos amistosos de la Selección Mejicana de Futbol. Luego se comprobó que Ríos Laverde era empleado de Lara Guadarrama.
Pero los problemas no cesaron para el promotor. El 11 de julio de 2003 otro escándalo del crimen organizado salpicó de nuevo su imagen, y a la del fútbol mejicano, cuando el futbolista colombiano Carlos Álvarez Maya fue sorprendido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de Méjico cuando pretendía llevar a su país más de un millón de dólares, presuntamente producto del lavado de dinero. Ante las autoridades Álvarez Maya reconoció que el dinero que intentaba llevar a su país pertenecía a una persona a la que únicamente señaló por su apodo: El Negro. Era Ríos Laverde, el empleado de Lara Guadarrama.
En 1993 Lara Guadarrama fue denunciado por la FEMEXFUT por un millonario fraude en agravio de la Selección nacional. Sin embargo, recobró rápidamente e inesperadamente su estatus dentro del fútbol mejicano de la mano y bajo el cobijo de su amigo Justino Compeán presidente de la FEMEXFUT. Compeán, empleado de Televisa, cadena televisiva que tiene los derechos del fútbol mejicano, es actualmente el vicepresidente de la Confederación de Fútbol de Norte, Centroamérica y el Caribe (CONCACAF) por la zona norteamericana.
El sistema de competencia en Méjico permite la aparición y desaparición de equipos sin control alguno, así como los propietarios e inversionistas, de los cuales muchas veces no se sabe ni su verdadero nombre.
Los primeros casos de equipos mejicanos que tomaron estado público por sus nexos con el narcotráfico sucedieron en 2004. En junio de ese año la FEMEXFUT decretó que Irapuato y Querétaro desaparecieran de la Primera División. La medida se adoptó porque existía la sospecha de que en esos clubes podía haber recursos provenientes del narcotráfico. En el caso de Irapuato se reveló que José Martínez, alias "El Tío", buscado por el FBI por su relación con el Cártel de Juárez, era el propietario del equipo que en aquel entonces jugaba en la primera categoría. Por su parte, se comprobó que los directivos del Querétaro mantenían una estrecha relación con el narcotraficante colombiano Paúl Solórzano, mejor conocido como "Geovanni Ávila".
A finales de 2008, agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) irrumpieron en las instalaciones del club América, propiedad de Televisa, y detuvieron a los jugadores y directivos del equipo Mapaches, conjunto que militaba en la segunda división del fútbol mejicano. Entre los detenidos estaba Wenceslao Álvarez, alias El Wencho, presunto propietario del equipo y señalado como probable operador del grupo delictivo La Familia Michoacana que actúa en el cartel del Golfo. La FEMEXFUT también decidió desafiliar a los Mapaches que tenía su sede en Nueva Italia, Michoacán, y que en apenas dos meses de vida en el fútbol mejicano brindaron a jugadores hoteles lujosos y autos Mercedes Benz para su traslado.
Pero el hecho más significativo se produjo a mediados de 2011 cuando detuvieron al empresario Jorge Hank Rhon. Ex alcalde de Tijuana por el PRI (Partido Revolucionario Institucional), Hank Rhon fundó en 2007 el Club Tijuana Xoloitzcuintles de Caliente, más conocido como los Xolos de Tijuana quien rápidamente accedió a la elite del fútbol mejicano y que cuenta en su plantel con los argentinos Javier Gandolfi, Mauro Gerk y José Sand y el mediocampista uruguayo Egidio Arévalo Ríos.
El objetivo de Hank Rhon es utilizar al deporte rey como una excelente vidriera en uno de los lugares más estratégicos para al crimen organizado: Tijuana es la principal ciudad fronteriza del estado de Baja California.
Desde hace varias décadas se vincula a Jorge Hank Rhon con el crimen organizado, pero recién en junio de 2011 el presidente de los Xolos fue sorprendido por agentes del Ejército cuando se encontraba en su vivienda junto con otras 10 personas y en posesión de 88 armas – 40 de ellas de alto calibre – y más de 9.000 cartuchos. Al parecer, este arsenal iba a ser repartido entre narcotraficantes. Mientras tanto el balón sigue girando.
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