jueves, 19 de abril de 2012

El Gráfico: el imaginario deportivo

“Por primera vez en 82 años, hoy, domingo, día del deporte, la redacción estará completamente vacía. Un tristísimo final para una saga que, bien contada, resulta casi un símbolo de la decadencia argentina”, escribió el periodista Pablo Vignone el domingo 17 de marzo de 2002.
Hace exactamente diez años que dejó de emitirse semanalmente el medio impreso más significativo del periodismo deportivo del siglo XX: la revista El Gráfico. Fueron los manejos empresariales y el vuelco editorial los que marcaron el final de la publicación que acompañó a diversas generaciones de argentinos.
El viernes 30 de mayo de 1919, día en que la revista llegaba a las calles, Constancio Vigil nunca imaginó que su creación se transformaría en el gran hito de la prensa gráfica argentina en el ámbito del periodismo deportivo. En un principio fue un semanario de interés general, que nació como "ilustración semanal argentina". La publicación tardó años en adoptar su perfil definitivo en donde fue ganando prestigio y reconocimiento mundial. Se convirtió en un clásico en un país que se aferra en el deporte, tanto que llegó a ser llamada “La biblia del deporte”.
“A partir de 1921, El Gráfico, paulatinamente, se transforma en una revista de deportes, aunque las fotos de mujeres artistas y cantantes, e incluso algunos atrevidos desnudos de bailarinas desconocidas y supuestamente extranjeras, se mantendrán hasta finales de la década del '20. La tirada de El Gráfico aumentará en esta década y se estabilizará en los 100.000 ejemplares en la del '30. La revista alcanza su apogeo a partir de mediados de los '40 y hasta mediar los '50, con una tirada de 200.000 ejemplares por semana”, explica el antropólogo argentino Eduardo Archetti1.
De todas formas, en sus primeros 40 años de vida, la revista reflejó al deporte de una forma particular, que Archetti rescató de la siguiente manera: “El Gráfico puede ser, sin lugar a dudas, considerado como el semanario deportivo producido por la clase media con más influencia en la Argentina. El análisis de esta revista es, en consecuencia, el análisis de la construcción del imaginario masculino de clase media. Su carácter de hegemónico no puede, indudablemente, discutirse, pero no su influencia decisiva en la definición de los campos de reflexión morales masculinos. Los periodistas de El Gráfico, excelentes escritores en su mayoría, reflexionan como miembros de la clase media pero, al mismo tiempo, permiten la expresión y la difusión de las voces, las imágenes y las performances de los jugadores de fútbol y otros deportistas, especialmente boxeadores que, en su gran mayoría, pertenecían a la clase media baja rural o urbana o, directamente, a los sectores populares urbanos más desfavorecidos”2.
La revista dio un importante giro editorial con el arribo de Dante Panzeri, en 1959, en la dirección periodística. A Panzeri le bastaron unos pocos años al frente para dejar un sello inconfundible. “Dante fue, además de periodista, un “despertador de lectores”. Quien buscara periodismo pasatista estaba fregado. No era posible “mirar” lo que escribía Panzeri. Había que leer”3, escribió Diego Bonadeo, quien ingresó a El Gráfico cuando era conducido periodísticamente por Panzeri.
En 1963, con el alejamiento de Dante Panzeri y la llegada a la dirección de Carlos Fontanarrosa, se produjo un antes y un después en el tratamiento informativo de la publicación deportiva. Empezó a predominar el periodismo espectáculo. Cuenta Bonadeo: “En 1963 se interrumpía la chance de cambiar el periodismo nacional desde la revista deportiva más prestigiosa del país con la ida de Panzeri y la llegada del mentor del periodismo basura en la Argentina, Carlos Fontanarrosa. La implantación de la tilinguería y el amarillismo presagiaba tiempos peores.”4.
Es en esta etapa cuando comienzan a prevalecer los intereses políticos que le permitieron a las arcas de Editorial Atlántida obtener importante aportes financieros pero que le costó una significante pérdida de credibilidad.
“La dirección de la Editorial Atlántida estaba fuertemente relacionada con la dictadura y los negocios alrededor del Mundial 78. El Gráfico fue la revista “oficial” del torneo y fue servil con la dictadura para comunicar sus obras de gobierno. Que la Argentina saliera campeón, era un negocio para muchos”, escribió Leandro Zanoni5.
Pero El Gráfico fue más allá de lo puramente comercial y generó grandes controversias periodísticas al publicar una carta que el jugador holandés Rudolf Josef Krol le escribió a su hija contándole, entre otras cosas, que los comentarios que escuchaba en Europa eran falsos, ya que en la Argentina “Papá está muy bien. Aquí todo es tranquilidad y belleza. Esta no es la Copa del Mundo sino la Copa de la Paz. No te asustes si ves algunas fotos de la concentración con soldaditos de verde al lado nuestro. Son nuestros amigos, nos cuidan y nos protegen. Pero aquella carta jamás existió. Todo había sido un perverso invento del periodista Enrique Romero6.
Las estrechas relaciones le significaron a Atlántida grandes ganancias monetarias. El periodista Sergio Levinsky analizó las ventas del semanario antes y después del Mundial 78: 146.700 ejemplares vendidos antes y 373.325 un mes después, ya con el equipo campeón7.
Cuando la Argentina fue campeón del Mundo en 1978, la venta superó los 800 mil ejemplares. Pero la fue la edición que reflejó la conquista del Campeonato del Mundo de México ‘86, en junio de ese año y con Diego Maradona en la tapa, vendió 880 mil ejemplares, el record de todas las épocas. La revista era consumida por personas de distritos sociales y el grupo editorial comenzó a centralizarse en el gran negocio que producía la publicación.
Identificados editorialmente con el menemismo y con Constancio Vigil (h), titular de la Editorial Atlántida, en lo más alto de la esfera del fútbol mundial al ocupar un cargo en la Comisión de Prensa de la FIFA, fue en la década del noventa cuando comenzó a precipitarse la mítica publicación.
El surgimiento del diario deportivo Olé más el desembarco de los partidos codificados cambió las reglas de juego. Pero principalmente llevaron a su retirada semanal los erróneos manejos editoriales de sus propietarios y su director: Aldo Proietto.
Hubo un hecho que desencadenó el principio del fin. En abril de 1991, a los pocos días de la detención de Diego Armando Maradona por portación de cocaína, El Gráfico publicó dos informes “confidenciales” que causaron escándalo, dando a conocer una polémica versión sobre la detención del jugador. La revista habló de una mujer policía que supuestamente sedujo a Maradona y se dieron una serie de detalles sobre la forma y el estado en que fue encontrado el ídolo en el departamento. También afirmó, en resumen, que Maradona tenía en su poder 115 gramos de cocaína y fue encontrado desnudo en una cama junto a sus dos amigos, sugiriendo una supuesta relación homosexual.
La conmoción que causaron los dos informes (que no fueron firmados por ningún periodista) provocaron que la Policía Federal le informara por escrito a la jueza que atendía en la causa, Amelia Berraz de Vidal, que en realidad, en el procedimiento se encontraron solo tres gramos de cocaína, que la mujer policía no había existido y que Maradona no estaba desnudo.
Para el periodista Horacio del Prado aquellos informes marcaron un punto de inflexión en la relación entre la revista y sus lectores. “En los numerosos estudios de mercado que se hacían en Atlántida, los encargados de marketing de la editorial consultaban a todo tipo de personas: lectores, no lectores, fanáticos del fútbol, aquellos que no compraron jamás la revista, de diferente nivel social, cultural y económico y de varios rangos de edad, etcétera. Casi todos los consultados tuvieron un denominador común. Dijeron, en resumen, que no querían ni les gustaba ver en las páginas de El Gráfico a un Maradona preso por drogas. Que si querían ese tipo de fotos e informes, compraban otro tipo de revistas. Coincidieron, además, que en las páginas de la prestigiosa revista debía existir el fútbol como protagonista absoluto y Maradona como el mejor exponente de ese deporte”8.
Aquellos informes sobre Maradona significaron el principio de una estrepitosa caída. Perdió credibilidad entre los deportistas, que le iniciaron juicios, emprendieron campañas públicas para no darle notas a la revista y generaron una corriente de disgusto que llegó hasta los lectores.9
Corría 1998 cuando Carlos Ávila - en ese momento dueño de Torneos y Competencias - compró la revista deportiva por excelencia de la Argentina. ”Si yo voy a la FIFA como dueño de Torneos y Competencias, no me dan bola; en cambio, si voy como director de El Gráfico, se me abren todas las puertas del fútbol”, justificó la compra ante sus amigos10.
Sin poder responder a la oleada masiva con que los medios de comunicación electrónicos pusieron el deporte en la casa de los hinchas y sin lograr conjurar la amenaza que representaban los diarios deportivos, las cifras de la publicación comenzaron a caer. El Gráfico no vendía más de 3.000 ejemplares en Capital y 12 a 13 mil sumando el interior y las ventas en el extranjero, uno de los fuertes tradicionales de la revista11.
Pero para el periodista Pablo Vignone buena parte de la responsabilidad puede asignársele al Waterloo de los Ávila: la compra del canal de TV América, y lo que sucedió después. Ése era un negocio pensado para amasar una fortuna en poco tiempo, pero que no dio resultado. Para ser rescatado del desastre, Ávila tuvo que acudir a inversores extranjeros, como Rupert Murdoch - CEO de News Corporation - o el fondo Liberty Media, que sabían muy poco de la historia de El Gráfico y su significación en la historia cultural de los argentinos. Las presiones a favor de recortes fueron desde entonces múltiples12.
Fue en el editorial del último número semanal de El Gráfico, el 4301, que Diego Ávila, el hijo de Carlos y titular de Torneos y Competencias Grupo Editorial, le achacó la culpa de la situación al “estado terminal de la industria gráfica” y decidió ponerle fin, tras 82 años de vida, a las ediciones semanales de El Gráfico. Meses después se transformaría en una publicación mensual. Pero ya no fue lo mismo.

Notas:
1 Eduardo Archetti: Estilo y virtudes masculinas en El Gráfico: la creación del imaginario del fútbol argentino.
2 Eduardo Archetti: Estilo y virtudes masculinas en El Gráfico: la creación del imaginario del fútbol argentino.
3 y 4 Diego Bonadeo: Con nostalgia y bronca (Página 12 - 17/03/2002).
5, 6, y 8 Leandro Zanoni: Vivir en los medios: Maradona off te record.
7 Sergio Levinsky: El negocio del fútbol.
9, 10, 11 y 12 Pablo Vignone: Se acabó El Gráfico (Página 12 - 17/03/2002).

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