jueves, 26 de julio de 2012

Los riocuartenses olímpicos – Parte III


Atlanta 1996 fueron los Juegos Olímpicos de las multinacionales. Con grandes beneficios para sus arcas, ellas fueron las encargadas de patrocinar la celebración deportiva que denotó cómo el deporte comenzó a medirse en términos económicos, abalado por los dirigentes del Comité Olímpico Internacional, presidido en ése momento por el catalán Juan Antonio Samaranch (Esos Juegos fueron el comienzo de una profunda crisis, con denuncias de corrupción en el medio, en el seno del COI a finales del siglo XX y principios del XXI).
A mediados de los noventa, Atlanta era la sede del capitalismo más desesperado. Y hasta la patria de la Coca Cola y la CNN arribaron once mil atletas pertenecientes a 197 países para cumplir el objetivo trazado por el polémico abogado Bill Payne, promotor de los Juegos. Al igual que Peter Ueberroth con los Juegos de Los Ángeles 1984, Payne convirtió la mayor competición deportiva del mundo en una empresa beneficiosa para unos pocos. 
Tras 28 años sin decir presente en un evento olímpico, un deportista de Río Cuarto formó parte de la delegación que representó al país en Atlanta 1996: el pesista Gabriel Lemme.
Nacido en Río Cuarto, pero radicado en Buenos Aires desde los 17 años, Lemme viajó con 26 años a los Juegos Olímpicos que, además de su impronta comercial, estuvieron atravesados por la polémica porque se daba por sentado que los organizaría Atenas al cumplirse el centenario de la restauración de los Juegos Olímpicos en esa ciudad en 1896.
Entre los recuerdos de Atlanta 1996 emergen los atletas estadounidenses Carl Lewis, oro en salto de longitud,  y Michel Johnson, oro en 200 y 400 metros llanos, la velocista francesa Marie-Jose Perec, oro en 200 y 400 metros, y la nadadora irlandesa Michelle Smith. Además, permanecerá por siempre la brillante actuación del seleccionado futbolístico de Nigeria que obtuvo el oro con ese gran equipo que contaba entre sus filas con jugadores como Kanú, Okocha, Amokachi y Babayaro. Las águilas vencieron en la final al seleccionado argentino que dirigía Daniel Alberto Passarella. Pero en el marco global Atlanta 1996 fue un fracaso y llevó a un importante replanteamiento puertas adentro del COI.
En ése contexto Gabriel Lemme compitió en la categoría de 70 kilogramos. La performance del riocuartense, que en su prontuario suma una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Mar del Plata 1995, no fue la esperada. En el momento de la prueba no pudo levantar la pesa y terminó en el último puesto.
Los Juegos Olímpicos Atenas 2004 fueron especiales porque la celebración deportiva regresaba al lugar en donde había surgido impulsada por Pierre de Coubertin. Tras 108 años recorriendo el planeta la llama olímpica volvía a su lugar de origen. Pero los Juegos griegos también estuvieron atravesados por aspectos extradeportivos.
En Atenas el mundo se prestaba a celebrar el mayor evento deportivo tras el 11-S. Había surgido un nuevo orden mundial y la seguridad se transformó en una obsesión para los dirigentes del Comité Organizador. Fueron los Juegos militarizados. El gobierno griego destinó setenta mil policías y soldados para brindar salvaguardar la seguridad. En tiempos angustiosos el deporte se encargaba de mostrar la realidad de aquellos días.
Pero no sólo por el terrorismo se sintieron amenazados esos Juegos. Previo a Atenas 2004 el caso BALCO desnudó que varios atletas norteamericanos, entre ellos Marion Jones, se habían dopado. El daño que causa el dopaje al deporte intimaba el desarrollo del evento deportivo. Todo salió a la perfección y fueron unos Juegos notables que dejaron importantes registros para la historia.
Entre ellos, la delegación argentina volvió a conquistar la medalla de oro tras Helsinki 1952. El inolvidable triunfo de la selección de básquetbol, con triunfo a Estados Unidos incluido, coronó a un grupo de jugadores que en una década brillante denotaron el nivel del básquet argentino. Además, los Juegos griegos significaron el inicio de una carrera extraordinaria de un mito viviente del deporte como lo es el nadador Michael Phelps – ganó seis medallas de oro y dos bronces - y la coronación de uno de los mejores mediofondistas de la historia: el marroquí Hicham el Guerruj, ganador en 1.500 y 5.000 metros.
Al igual que en Berlín 1936, Río Cuarto volvió a contar con dos deportistas en los Juegos Olímpicos. El tirador Tomás Modesti y el tenista Agustín Calleri representaron al país en suelo griego.
El tirador, que clasificó tras obtener la medalla de plata en los Panamericanos de Santo Domingo 2003, participó en la prueba de pistola neumática. Atenas 2004 fue una revancha deportiva que llegó  veinte años después. En 1984 Tomás Modesti obtuvo el pasaje para participar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles pero no pudo participar por cuestiones económicas.
Por su parte, Agustín Calleri acudió a última hora tras sustituir al lesionado Guillermo Coria y a la vez fue el último eliminado de la delegación argentina en el cuadro masculino de tenis. El riocuartense debió abandonar, previo al encuentro ante el ruso Igor Andreev, en segunda ronda por una lesión en el abdominal izquierdo luego de haber eliminado en primera ronda al eslovaco Karol Beck.
Con un presupuesto de ciento veinte mil millones de dólares (aunque las cifras oficiales dijeran treinta mil millones) y un impresionante despliegue de recursos humanos y económicos, China se abrió al planeta al organizar los Juegos Olímpicos Pekín 2008.
El evento deportivo fue el producto de una economía de mercado feroz dirigida por un restricto régimen comunista y denotó el papel de una nación emergente que quiere jugar otro papel: ser el próximo imperio.  Los Juegos consagraron la fortaleza del gigante chino.
Fueros unos Juegos fastuosos.  Muy difíciles de igualar por el impacto económico y la eficacia arquitectónica, pero también la consagración del comercio deportivo. Pekín 2008 tuvo campeones que son íconos de una época en donde el deporte está fuertemente atravesado por el negocio.
En suelo chino el velocista jamaiquino Usain Bolt conmocionó al mundo al registrar tres récords mundiales. Hoy Bolt, además de ser el hombre más rápido del planeta, es un diamante en bruto aprovechado por las multinacionales que aprovechan su imagen. Lo mismo puede decirse del nadador estadounidense Michael Phelps quien pudo batir el extraordinario récord de siete medallas de oro que ostentaba Mark Spitz. Phelps en Pekín logró ocho medallas de oro y cambió la historia de la natación.
Pero también fueron los Juegos Olímpicos de las máximas constelaciones deportivas de este tiempo.   Lionel Messi, campeón con el seleccionado argentino, Kobe Bryant medalla de oro con el Dream Team, el tenista español Rafael Nadal, oro en singles, y el tenista suizo Roger Federer, oro en dobles, engrandecieron la competencia. Ellos, con su juego, y el gobierno chino, con su increíble desarrollo económico, hicieron de Pekín 2008 unos Juegos inolvidables.
Y en el país asiático estuvo el tenista Agustín Calleri, el único riocuartense que repitió presencia en la máxima cita mundial. Pero su actuación no fue la esperada.
Calleri, que sólo iba a participar en dobles, fue el cuarto singlista del equipo argentino tras la lesión de Juan Ignacio Chela. En primera ronda venció sin sobresaltos al bahameño Devin Mullings, 1.017 del mundo. Pero increíblemente cayó en segunda ronda ante el ignoto local Yen-Hsun Lu por un doble 6-4.
La pronta eliminación de Agustín Calleri en Pekín 2008 significó la despedida de Río Cuarto de los Juegos Olímpicos y el cierre temporal de una rica historia olímpica para la ciudad. Sin ningún representante riocuartense en Londres 2012 la esperanza se traslada a Río de Janeiro 2016, los primeros Juegos Olímpicos que se desarrollarán en suelo sudamericano.

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