Atlanta 1996 fueron
los Juegos Olímpicos de las multinacionales. Con grandes beneficios para sus
arcas, ellas fueron las encargadas de patrocinar la celebración deportiva que
denotó cómo el deporte comenzó a medirse en términos económicos, abalado por
los dirigentes del Comité Olímpico Internacional, presidido en ése momento por
el catalán Juan Antonio Samaranch (Esos Juegos fueron el comienzo de una
profunda crisis, con denuncias de corrupción en el medio, en el seno del COI a
finales del siglo XX y principios del XXI).
A mediados de los
noventa, Atlanta era la sede del capitalismo más desesperado. Y hasta la patria
de la Coca Cola y la CNN arribaron once mil atletas pertenecientes a 197 países
para cumplir el objetivo trazado por el polémico abogado Bill Payne, promotor
de los Juegos. Al igual que Peter Ueberroth con los Juegos de Los Ángeles 1984,
Payne convirtió la mayor competición deportiva del mundo en una empresa
beneficiosa para unos pocos.
Tras 28 años sin decir
presente en un evento olímpico, un deportista de Río Cuarto formó parte de la
delegación que representó al país en Atlanta 1996: el pesista Gabriel Lemme.
Nacido en Río Cuarto,
pero radicado en Buenos Aires desde los 17 años, Lemme viajó con 26 años a los
Juegos Olímpicos que, además de su impronta comercial, estuvieron atravesados
por la polémica porque se daba por sentado que los organizaría Atenas al
cumplirse el centenario de la restauración de los Juegos Olímpicos en esa
ciudad en 1896.
Entre los recuerdos
de Atlanta 1996 emergen los atletas estadounidenses Carl Lewis, oro en salto de
longitud, y Michel Johnson, oro en 200 y
400 metros llanos, la velocista francesa Marie-Jose Perec, oro en 200 y 400
metros, y la nadadora irlandesa Michelle Smith. Además, permanecerá por siempre
la brillante actuación del seleccionado futbolístico de Nigeria que obtuvo el
oro con ese gran equipo que contaba entre sus filas con jugadores como Kanú,
Okocha, Amokachi y Babayaro. Las águilas vencieron
en la final al seleccionado argentino que dirigía Daniel Alberto Passarella.
Pero en el marco global Atlanta 1996 fue un fracaso y llevó a un importante
replanteamiento puertas adentro del COI.
En ése contexto
Gabriel Lemme compitió en la categoría de 70 kilogramos. La performance del
riocuartense, que en su prontuario suma una medalla de bronce en los Juegos
Panamericanos Mar del Plata 1995, no fue la esperada. En el momento de la
prueba no pudo levantar la pesa y terminó en el último puesto.
Los Juegos Olímpicos
Atenas 2004 fueron especiales porque la celebración deportiva regresaba al
lugar en donde había surgido impulsada por Pierre de Coubertin. Tras 108 años
recorriendo el planeta la llama olímpica volvía a su lugar de origen. Pero los
Juegos griegos también estuvieron atravesados por aspectos extradeportivos.
En Atenas el mundo se
prestaba a celebrar el mayor evento deportivo tras el 11-S. Había surgido un
nuevo orden mundial y la seguridad se transformó en una obsesión para los
dirigentes del Comité Organizador. Fueron los Juegos militarizados. El gobierno
griego destinó setenta mil policías y soldados para brindar salvaguardar la
seguridad. En tiempos angustiosos el deporte se encargaba de mostrar la
realidad de aquellos días.
Pero no sólo por el
terrorismo se sintieron amenazados esos Juegos. Previo a Atenas 2004 el caso
BALCO desnudó que varios atletas norteamericanos, entre ellos Marion Jones, se
habían dopado. El daño que causa el dopaje al deporte intimaba el desarrollo
del evento deportivo. Todo salió a la perfección y fueron unos Juegos notables
que dejaron importantes registros para la historia.
Entre ellos, la
delegación argentina volvió a conquistar la medalla de oro tras Helsinki 1952.
El inolvidable triunfo de la selección de básquetbol, con triunfo a Estados
Unidos incluido, coronó a un grupo de jugadores que en una década brillante
denotaron el nivel del básquet argentino. Además, los Juegos griegos
significaron el inicio de una carrera extraordinaria de un mito viviente del
deporte como lo es el nadador Michael Phelps – ganó seis medallas de oro y dos
bronces - y la coronación de uno de los mejores mediofondistas de la historia:
el marroquí Hicham el Guerruj, ganador en 1.500 y 5.000 metros.
Al igual que en
Berlín 1936, Río Cuarto volvió a contar con dos deportistas en los Juegos
Olímpicos. El tirador Tomás Modesti y el tenista Agustín Calleri representaron
al país en suelo griego.
El tirador, que
clasificó tras obtener la medalla de plata en los Panamericanos de Santo
Domingo 2003, participó en la prueba de pistola neumática. Atenas 2004 fue una
revancha deportiva que llegó veinte años
después. En 1984 Tomás Modesti obtuvo el pasaje para participar en los Juegos
Olímpicos de Los Ángeles pero no pudo participar por cuestiones económicas.
Por su parte, Agustín Calleri acudió a última hora tras sustituir al lesionado Guillermo
Coria y a la vez fue el último eliminado de la delegación argentina en el
cuadro masculino de tenis. El riocuartense debió abandonar, previo al encuentro
ante el ruso Igor Andreev, en segunda ronda por una lesión en el abdominal
izquierdo luego de haber eliminado en primera ronda al eslovaco Karol Beck.
Con un presupuesto de
ciento veinte mil millones de dólares (aunque las cifras oficiales dijeran
treinta mil millones) y un impresionante despliegue de recursos humanos y
económicos, China se abrió al planeta al organizar los Juegos Olímpicos Pekín
2008.
El evento deportivo
fue el producto de una economía de mercado feroz dirigida por un restricto
régimen comunista y denotó el papel de una nación emergente que quiere jugar
otro papel: ser el próximo imperio. Los
Juegos consagraron la fortaleza del gigante chino.
Fueros unos Juegos
fastuosos. Muy difíciles de igualar por
el impacto económico y la eficacia arquitectónica, pero también la consagración
del comercio deportivo. Pekín 2008 tuvo campeones que son íconos de una época
en donde el deporte está fuertemente atravesado por el negocio.
En suelo chino el
velocista jamaiquino Usain Bolt conmocionó al mundo al registrar tres récords
mundiales. Hoy Bolt, además de ser el hombre más rápido del planeta, es un
diamante en bruto aprovechado por las multinacionales que aprovechan su imagen.
Lo mismo puede decirse del nadador estadounidense Michael Phelps quien pudo
batir el extraordinario récord de siete medallas de oro que ostentaba Mark
Spitz. Phelps en Pekín logró ocho medallas de oro y cambió la historia de la
natación.
Pero también fueron
los Juegos Olímpicos de las máximas constelaciones deportivas de este
tiempo. Lionel Messi, campeón con el
seleccionado argentino, Kobe Bryant medalla de oro con el Dream Team, el tenista español Rafael Nadal, oro en singles, y el
tenista suizo Roger Federer, oro en dobles, engrandecieron la competencia.
Ellos, con su juego, y el gobierno chino, con su increíble desarrollo
económico, hicieron de Pekín 2008 unos Juegos inolvidables.
Y en el país asiático
estuvo el tenista Agustín Calleri, el único riocuartense que repitió presencia
en la máxima cita mundial. Pero su actuación no fue la esperada.
Calleri, que sólo iba
a participar en dobles, fue el cuarto singlista del equipo argentino tras la
lesión de Juan Ignacio Chela. En primera ronda venció sin sobresaltos al
bahameño Devin Mullings, 1.017 del mundo. Pero increíblemente cayó en segunda
ronda ante el ignoto local Yen-Hsun Lu por un doble 6-4.
La pronta eliminación
de Agustín Calleri en Pekín 2008 significó la despedida de Río Cuarto de los
Juegos Olímpicos y el cierre temporal de una rica historia olímpica para la
ciudad. Sin ningún representante riocuartense en Londres 2012 la esperanza se
traslada a Río de Janeiro 2016, los primeros Juegos Olímpicos que se
desarrollarán en suelo sudamericano.
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