“En este mundo del fin
de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no
es rentable. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas
y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en
uno de los negocios más lucrativos del mundo”, escribió en la década del
noventa Eduardo Galeano en su libro “Fútbol a sol y sombra”.
Luego de la
profesionalización que llevó a cambiar la idiosincrasia del fútbol nacional se
produjo un cambio radical en la
estructura del fútbol mundial. Se dio con el arribo, en la década del setenta,
de Joao Havelange a la presidencia de la FIFA. Al mando de la entidad madre del
fútbol la historia el brasileño comenzó a considerarlo como un redituable
producto y lo introdujo en el mercado global.
En un gran trabajo sobre
el negocio del fútbol mundial, el periodista ecuatoriano Fernando Carrión
sostiene que “en la actualidad, es imposible entender el fútbol si no
es en relación a la economía mundial y a
la microeconomía de cada unidad productiva (el club). Hoy en día, la competencia deportiva
no es otra cosa que una competencia mercantil, la cual, es organizada por la
"mano invisible" de la multinacional monopólica de la FIFA, bajo un sistema
regulatorio absolutamente centralizado1”.
Carrión, quien
también es Coordinador de FLACSO en Ecuador, agrega que “la FIFA se comporta cada vez con mayor fuerza como
una empresa multinacional que tiene una lógica de franquicia que opera
regionalmente a partir de las seis confederaciones con las cuales regula el
mercado nacional e internacional de competencias”. Fútbol capitalista en su
máxima expresión que demuestra cómo ha dejado de ser simplemente un deporte y
se ha transformado en un inmenso negocio que es aprovechado por unos pocos.
Ante el avance del
mercado futbolístico los dueños del
fútbol mundial intentan demostrar que no es un negocio y hacen prevalecer su
esencia social. “El fútbol, como actividad, es la muestra más genuina de
vocación humanista, excluyendo fronteras, construyendo solidaridad, mejor
calidad de vida y tolerancia. Es de naturaleza integradora. Por ello debemos
luchar siempre: por preservar la esencia de nuestro deporte, su espíritu, sus
reglas, su independencia. Con ánimo renovador y enorme responsabilidad”2. Estas palabras no
pertenecen a un referente de una organización social sin fines de lucro que
busca con el fútbol un aspecto integrador. Las expresó Nicolás Leoz, presidente
de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA desde 1998.
Su implacable lealtad al presidente Joseph Blatter le posibilita seguir
manteniéndose en ese estratégico lugar pese a las diversas denuncias de
corrupción que tiene en su contra. Leoz habría cobrado dos supuestos sobornos
de 130.000 dólares de parte de la desaparecida empresa multinacional ISL, pero
sigue inalterablemente conduciendo el fútbol sudamericano desde hace 26 años.
Es ante este tipo de
situaciones que se pronuncian en diversos actores de manera reiterada en el
planeta fútbol cuando toma notabilidad la reflexión del anarquista Osvaldo
Bayer quien desde hace dos década viene sosteniendo que “cambiar el fútbol es
más difícil que hacer la revolución”.
A pesar del
incremento del mercado de la pelota y la visión apocalíptica de Bayer ante la
imposibilidad de modificar la estructura futbolística, existen varios ejemplos
que reivindican la acción comprometida y solidaria del fútbol
en contraposición al balompié mercantilizado de la actualidad.
El caso más emblemático
en el ámbito profesional es el Sant Pauli de Alemania. El club del barrio
portuario de Hamburgo es un icono que en la década del ochenta se transformó en
el primer club del mundo que se hacía antifascista, antisexista y antirracista
incluyendo cláusulas en sus estatutos para respetar estas condiciones
ideológicas y políticas.
Es el equipo de la clase
trabajadora de Hamburgo que representa al fútbol de izquierda y es una
manifiesta oposición al establishment capitalista. Entre tantas
particularidades, el Sant Pauli, que milita en segunda división, tiene 11
millones de seguidores en Alemania, estuvo conducido por un presidente
abiertamente gay y es el club alemán con más socias que ningún otro club alemán3.
En las montañas de
Chiapas, Méjico, mujeres y hombres disfrutan jugando al fútbol conformando la
selección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Con su
característico pasamontaña, los insurgentes zapatistas utilizan su uniforme
negro con la estampa de la estrella roja y saludan al público llevando su mano
izquierda hasta un extremo de la frente.
En marzo de 1999, en una
gran movilización, los zapatistas realizaron la marcha del color de la tierra y
la consulta nacional por los derechos indígenas. Y entre tanta actividad se
concretó el primer partido de fútbol de la selección del EZLN quien enfrentó a
un equipo conformado por ex futbolistas profesionales que eran entrenados por
Javier Aguirre, ex seleccionador de la Selección de Méjico. Utilizando al
fútbol demuestran su lucha.
En el 2004 el
Subcomandante Marcos invitó al Inter de Milán a realizar un partido amistoso
con la selección zapatista. Si bien el partido nunca llegó a realizarse a pesar
del visto bueno del presidente de la entidad italiana, Massimo Moratti, y varios
referentes del fútbol mundial como Jorge Valdano, el EZLN enhebró una gran
relación con el quipo italiano, principalmente con su capitán Javier Zanetti.
El hecho quedó
demostrado cuando en abril de 2004 un grupo de paramilitares atacó a las bases
de apoyo zapatistas que provocó un dañó en el sistema de transporte de agua a
indígenas en Zinacantán y fueron los jugadores del Inter los que donaron el
dinero para reparar el acueducto. Tiempo después también aportaron una gran
cantidad de dinero para reparar una ambulancia y ayudar a un hospital con su
infraestructura y medicinas4.
En Jesús María,
provincia de Córdoba, desde el 14 de diciembre de 2006 existe el Club Social,
Atlético y Deportivo Ernesto Guevara, una entidad que no sólo tiene el objetivo de generar la práctica
del fútbol sino que se concibe como un importante espacio de contención social
donde muchos jóvenes encuentran un lugar donde aferrarse y soñar con un mundo
mejor.
En el año 2010, el “Che” Guevara impulsó la Copa América alternativa en el que participan equipos de corrientes
izquierdistas y anarquistas. Forman parte instituciones que hacen del futbol la
puerta de entrada para realizar actividades sociales, políticas y culturales en
sectores marginados.
Este año, a finales de
enero, el torneo se agrandó al recibir equipos europeos que promueven la
militancia político-social de la mano del fútbol. Argentinos, brasileños y
chilenos compartieron un fin de semana a puro fútbol con ingleses, lituanos,
alemanes y belgas participaron en una jornada en donde sobresalió el compromiso
y la solidaridad.
“Todos los clubes
partimos del principio de utilizar al fútbol como medio integrador, con un
sentido territorial, cada uno según las características del lugar donde se
desarrollan. Por ejemplo, los ingleses y alemanes son antirracistas, los
lituanos antifascistas. Los sudamericanos trabajamos más con la integración de
los chicos de sectores más pobres y postergados”, contó Mónica Nielsen,
fundadora del “Che” Guevara a la revista
Veintitrés.
La copa llevó el título
de “Hombre Nuevo” y las banderas con la insignia que rodeaban las canchas no
dejaron lugar a dudas: Ernesto Guevara estuvo presente de todas formas y
colores5.
Nielsen sostiene que la
Copa América alternativa fue pensada para reivindicar la acción comprometida y
solidaria en contraposición a la mercantilización del futbol profesional y
expresó: “no estamos de acuerdo con ese modelo de desarrollo para los jóvenes,
buscamos formar hombres nuevos, comprometidos con la realidad”6.
mgasseuy@altoquedeportes.com.ar
Notas:
1.- Fernando Carrión (Mete gol, gana. El
fútbol y la economía)
2.-Revista Conmebol Nº 130 – Abril
2012.
3.- Diario Marca (Punk, anarquismo y condones para la
Bundesliga).
4.- futbolrebelde.org (EZLN: fútbol con pasamontaña).
5 y 6.- Revista Veintitrés (Fútbol al ritmo de la revolución).
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