
Es el álbum de los
recuerdos de Oscar Alfonso el que demuestra su extensa y rica trayectoria
deportiva. Confeccionado por él mismo, ese registro permite dejar vivo aquellos
momentos inolvidables de uno de los mejores deportistas de la ciudad. Otros
tiempos que permanecen vivos con la presencia y el recuerdo que esboza el
propio protagonista.
Nacido el 14 de junio
de 1928 en la ciudad de Río Cuarto y con más de 70 años vinculado al deporte,
su carrera deportiva quedó registrada por siempre en la historia riocuartense
por caracterizarse un deportista todo terreno. En simultáneo, y demostrando
brillantes desempeños, practicó fútbol, basquetbol y bochas.
Comenzó su actividad
deportiva en Sportivo y Biblioteca Atenas en la década del cuarenta. Pero tras
un breve período en la institución de Avenida Marconi se trasladó hacia el Club
Gorriones para jugar a las bochas - tuvo un previo paso por Deportivo Oeste - y
al basquetbol. La institución de calle Alberdi se transformaría en su hogar y
en ella Alfonso cosecharía importantes logros deportivos.
Fue en Asociación
Atlética Estudiantes en donde empezó a practicar fútbol, luego de que un
dirigente de Atenas le manifestara que no era bueno para desempeñarse como
futbolista. En el “celeste” formó parte de los inolvidables cadetes que
marcaron un antes y un después en la historia de la institución de Avenida
España.
El año 1959 será
recordado por siempre por el ambiente deportivo de la ciudad de Río Cuarto. En
esa temporada Alfonso logró el hecho histórico de consagrarse campeón en cada
una de las disciplinas que participaba. En fútbol fue campeón con Asociación
Atlética Estudiantes mientras que en básquet y bochas se consagró con Gorriones. “Era un locura”, dice
sonriente Oscar para luego aclarar que jugaba al básquet los viernes y al fútbol
los domingos, mientras que alternaba los días de la semana para competir a las
bochas. Un deportista de calendario completo que llenó sus vitrinas de gloria.
Luego de debutar con
la casaca de Estudiantes recaló en Talleres de Las Higueras, equipo al que
llegó a formar parte por trabajar en el Área Material y en donde compartió
equipo con el gran Anacleto Peano (también tuvo una fugaz participación en
Independiente Rivadavia de Mendoza, equipo en el que jugó cuando fue hacer la colimba a la provincia cuyana). En 1954,
con 25 años, se incorporó a Quilmes de la provincia de Buenos Aires en donde
estuvo dos temporadas. Luego de su incursión en una de las instituciones
señeras del fútbol argentino vistió las casacas de Deportivo Argentino de Monte
Maíz y Libertad de Canals para luego regresar definitivamente a Asociación
Atlética Estudiantes.
Oscar Alfonso empezó
su recorrido junto al básquetbol en Sportivo Atenas, en donde estuvo un año.
Después jugó en Gorriones donde permaneció hasta 1948, fue cedido a Central
Argentino, club en el que permaneció hasta que tuvo que irse a Mendoza para
cumplir con el servicio militar. De regreso en Río Cuarto retornó a la
institución de calle Alberdi en donde se consolidó como uno de los eslabones
claves de un equipo que marcó una época en el básquetbol riocuartense.
Con más de treinta
títulos, las bochas aparecen como el deporte que elevó la figura de Oscar
Alfonso en el imaginario deportivo de la ciudad de Río Cuarto y al igual que en
las otras disciplinas, también comenzó su carrera en Sportivo Atenas. Luego de
su comienzo en la entidad de Avenida Marconi pasó por Deportivo Oeste para
recalar en Gorriones, club que se transformaría en su casa.
Compitiendo en bochas
obtuvo campeonatos por parejas y tríos y festejó en todos los ámbitos, tanto a
nivel provincial, regional, argentino y sudamericano. Pero su principal
recuerdo es haber conformado el trío junto a los inolvidables Gino Osvaldo
Molayoli y Horacio Luis Mercau.
Tras una dilatada y
significativa trayectoria deportiva, en 1999 la Fundación Deportiva Municipal
de Río Cuarto reconoció a Oscar Alfonso como el deportista del siglo XX de la
ciudad de Río Cuarto. “Es un reconocimiento que valoro porque Río Cuarto es una
ciudad muy particular ya que es muy raro que le hagan un reconocimiento a sus
referentes deportivos. El caso de Gino Molayoli lo dice todo. Recién después de
su fallecimiento le pusieron su nombre al estadio del Club El Diario. ¿No
hubiese sido mejor hacerle el homenaje en vida?. Esas son las cosas injustas
que muchas veces suceden en Río Cuarto”.
“Que me hayan
considerado el deportista del siglo es un orgullo pero a la vez una riqueza que
no se ve y que no se puede usar”, comenta Alonso y explica que “si bien al
deporte a uno de le dejó muchas cosas, muchas veces me pregunto por qué después
de lograr tanto lo que uno tiene es por el trabajo y no por lo que me dejó la
práctica deportiva”. Y agrega: “Hoy el deporte se ha pesificado mucho. A muchos deportistas de hoy le interesa saber
cuánto van a ganar los domingos que llevar la insignia en el pecho
representando a nuestra ciudad”.
Al igual que tantos
otros deportistas memorables, a Oscar Alfonso lo atravesó una época en la que
el deporte no cotizaba como ahora y no estaba influenciado por la profunda
mercantilización. Esto llevó, a que muchas veces, la práctica deportiva se
desvirtúe, pero a la vez permitió garantizar un buen pasar a los deportistas.
Situación que no es idéntica a la que vivieron Oscar Alfonso y muchos de sus
contemporáneos.
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